lunes, 15 de noviembre de 2010

"I have found out that there ain't no surer way to find out whether you like people or hate them than to travel with them." (Mark Twain)

Siempre he disfrutado muchísimo de mis viajes, suelo tomar decisiones más o menos correctas y hago las maletas con cabeza. Pero incluso la gente más experimentada en el tema, acaba cometiendo algún error de vez en cuando. Por alguna extraña razón, la gente tiende a cambiar drásticamente cuando viaja, quizá sea el oxígeno reciclado de los aviones, el jet lag o demasiados mini-combinados con alcohol, siempre inversamente proporcionales a las sonrisas de las azafatas, o quizá solamente el estrés de encontrarte en un sitio nuevo y extraño para ti.

El caso es que puedes encontrarte, sin comerlo ni beberlo, con que has elegido al peor compañero de viaje posible. Puede que ronque incesantemente, o que mastique con la boca abierta, o que haya utilizado tu última camiseta limpia como kleenex. El caso es que cosas aparentemente inofensivas se acaban convirtiendo en un atenuante el día de tu juicio por asesinato.

Definitivamente, tener un compañero de viaje que da asco no significa necesariamente que el viaje vaya a darlo. Sólo es necesario coger aire, tomárselo con calma y seguir algunas reglas básicas:

- Mantener la calma. Gritar no te hace sentir mejor, más bien todo lo contrario, tras dejar salir a la fiera suelen venir los remordimientos y cualquier problema, acaba solucionándose tarde o temprano. Si te dejas llevar por el mal humor, siempre acabas diciendo cosas de las que te arrepientes.
- Pasar algún tiempo separados. Hacer un viaje juntos, no significa que haya que estar soldados todo el tiempo. No hay nada mejor que tener algunas horas para explorar las cosas a tu ritmo y sin preocuparte de nada que no seas tú.
- No dejes que las cosas lleguen demasiado lejos. Si hay algo que te preocupa o molesta, no esperes a sacar el tema cuando ya estás muy enfadado, porque será contraproducente. Todos tenemos nuestro “tocado” y está en nuestras manos limar asperezas.
- Recuerda que, no importa cuánto te esté sacando alguien de quicio, quizá tú también le estés sacando a él.
- Y sobre todo, no importa lo que te pase, va a ser una gran historia que contar cuando vuelvas. Cuanto más absurda, desastrosa y estresante sea la situación, más divertida será la anécdota cuando vuelvas a casa. Imagina que planeas un viaje a las Bahamas y al llegar, tu compañero de viaje tiene un severo caso de eremikofobia o miedo a la arena….desastroso….pero divertido :)

De cualquier forma, viajar siempre es fantástico, te enriquece, te ayuda a mantener la mente abierta y, lo más importante, te ayuda a tener claro lo que te gusta y lo que no.

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