jueves, 15 de abril de 2010

LO QUE NO TE MATA, TE HACE MÁS FUERTE

Creo que este es un dicho absurdo sin ningún tipo de base lógica. A mi las ostias que pega la vida me hacen cada día más suspicaz, más cauta, menos confiada y cada vez más y más hecha polvo. No soy más fuerte que aquella fatídica noche en la que me rompieron el corazón en dos pedazos y casi creí escuchar el sonido desgarrador del músculo al que más caña le he dado con diferencia.

De aquello han pasado ya veinte años y, desde entonces he recibido e infligido dolor como para convertirme en el increíble Hulk, pero no ha sido así en absoluto. Me he convertido en un ser inseguro y absurdo, que se dedica a esperar la próxima coz de la vida como si fuera un perrillo apaleado. He abierto mi corazón a demasiada gente con la esperanza de encontrar a alguien que me conociese y A PESAR DE ESO llegase a quererme pero a día de hoy ya no me lo creo.

Mi amor cotiza a la baja y su valor está muy por debajo de lo que debería, siempre voy detrás de la gente a la que quiero sin pararme a mirar que nadie viene detrás de mi.

No, no soy más fuerte que aquella noche de julio en la que vi a mi primer amor del brazo de una rubia de las que quitan el hipo pero en estos veinte años he aprendido a fingir que todo va bien cuando lo que estoy deseando es que un rayo parta a todos (pero también a todas) los que me han hecho daño en alguna ocasión, en plan Carrie chorreando sangre de cerdo en la fiesta de graduación.




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